martes, 16 de octubre de 2018

Meses de desahogo

Tengo mucho que contar, llevo desde abril sin abrirme emocionalmente hablando por aquí y han pasado demasiadas cosas, demasiadas alegrías, demasiadas lágrimas...

Mi última entrada iba sobre toda la ilusión y esperanza que tenía en la relación que acababa de comenzar una semana atrás. He de decir algo, si antes era feliz con esa persona, ahora lo soy más. Es el novio de mi vida, quien me saca sonrisas y me seca las lágrimas cada vez que aparecen, no me arrepiento de nada. Realmente creo que jamás pude haber tomado mejor decisión que la de salir con él.

Todo empezó con mucho miedo por mi parte, yo seguía viendo a mi ex pero, desde que empecé mi nueva relación, no volví a quedar con él hasta finales de junio. Jamás haría algo tan feo como poner unos cuernos estando en una relación oficial. Mi ex... otro gran asunto durante todos estos meses. La cosa empezó con excusas de que no podía quedar con él, de los exámenes, de las recuperaciones... Todo eso me serviría hasta junio. Sin embargo, la vida y el destino son caprichosos, y ambos quisieron que tuviésemos una pelea bastante fuerte donde él me bloqueó dos semanas. En el momento que fui consciente de que aguanté quince días sin decirle ni "hola" por otra aplicación, supe que lo que habíamos tenido se había acabado hacía ya demasiado. Al final le hablé para zanjar el asunto y decirle que seríamos amigos y punto, cosa que él se tomó como un enfado o capricho mío que ya se me pasaría. No podía estar más confundido.

Empezó el verano de mi vida. Me fui con el chico más maravilloso de mi vida al pueblo durante tres semanas, desconectados al 100% del mundo, todos los días eran nuestros y de nadie más... Os juro que JAMÁS había sido tan feliz, no tenía ni una preocupación ni ningún motivo de tristeza, lo único que hacía era reír, amar profunda y sinceramente, demostrar todo el cariño que, humanamente, es posible. Es recordar esos momentos y quiero llorar de la nostalgia que me dan. Posteriormente, él volvió a su casa y yo a la mía, pero no tardamos ni una semana en pasarnos unos diez días más juntos en Oviedo. Y después de esos diez días, otra semana aproximadamente... En resumen, estuvimos viviendo juntos prácticamente todo julio y agosto.

Finales de agosto, volvamos a la historia con mi ex. Después de que él pasase de mi todo el verano; a pesar de que yo le hablase diariamente porque, aunque hacía ya mucho que no lo amaba, seguía preocupada por él y su vida; tuvimos una pelea que corté rápidamente contándole que estaba empezando a tener algo con alguien. Si, le mentí por miedo a que se pusiese como un loco y me dijese de todo, era a lo que estaba acostumbrada con él. Sin embargo, el golpe le hizo espabilar y darse cuenta de que las personas tienen un límite y no van a aguantar tus gilipolleces para toda la vida, y reaccionó como un cachorrillo herido, por lo que, unos días mas tarde, acabé contándole que llevaba en una relación desde abril y, a rollos/tonteando con este chico, desde noviembre. Jamás pensé que, algo que estaba superado, podría llegar a doler tanto. Me pasé noches llorando abrazada a mi novio muriéndome de culpabilidad por haberle hecho tanto daño a una persona que había sido tan importante en mi vida durante tantos años. Si, me había tratado como una mierda los últimos dos años pero, es imposible que no duela decir la verdad si es algo delicado como era lo mío.

Por fin quedaba todo aclarado y había sido sincera con ambas partes (con mi novio mucho antes pero porque no quería empezar una relación basada en las mentiras y en sentirme mal conmigo misma a todo momento, además de que quería que él fuese libre de elegir sobre su futuro conmigo conociendo toda la verdad) pero, me seguía sintiendo mal por haber jugado con ambos de esa forma, supongo que será algo que jamás superaré. Mas bien por mi novio. No me malinterpretéis, lo de mi ex me dolió muchísimo, sobretodo cuando él estaba muy triste y no paraba de decirme que me quería y lucharía por recuperarme, ese tipo de esperanza me resultaba demasiado familiar para mi gusto. Pero mi novio es un trozo de pan, jamás le he visto herir a nadie a posta, siempre tiene algo agradable que decir de las personas y en la vida a matado a una mosca, es demasiado puro y ama con tantísima fuerza que, el saber que yo era todo lo contrario y le mentí durante meses, es algo que a día de hoy me sigue destrozando y lo seguirá haciendo mucho tiempo.

A pesar de todo esto, seguí siendo feliz, me mudé a vivir a Oviedo y fueron unos días maravillosos... Hasta que empezó la universidad. Personas que quería con toda mi alma me hicieron un daño enorme ya el primer día, esa personita en concreto se juntó con mi antiguo grupo y se dedicó a hacerme tanto daño como el que me había hecho la gente en Avilés. Dejé de ser feliz constantemente y pasé a serlo únicamente a ratos cuando estaba con mi pareja. Volvió el miedo a todo, a vivir, a conocer gente... Volvió toda la ansiedad social y el pánico de salir de casa. Dejé de ir a clase, empecé a estudiar todo por mi cuenta, me alejé de las personas... Porque, sencillamente, no puedo soportarlo. Este fin de semana me dio tal ataque de miedo que dejé a mi novio, para poco después, romper a llorar en sus brazos pidiéndole perdón y asegurándole que no iba en serio, que estaba muy muy muy asustada. Él es una persona maravillosa, me abrazó, me dejó llorar y desahogarme, me secó las lágrimas y me explicó que yo era una buena persona con muy mala suerte por haberme encontrado con gente tan cruel a lo largo de mi vida. Estuve llorando más de una hora y él en ningún momento se separó de mi ni dejó de darme caricias y, cuando logré calmarme, se levantó conmigo a la cocina a por un poco de leche con miel antes de irnos a dormir juntos y acurrucados.

En resumen, estos meses han sido maravillosos aunque han tenido sus momentos malos, el verano fue lo mejor que había podido vivir jamás y, a pesar de que ahora estoy tan asustada y tengo tanto miedo, a mi lado está una persona a la que amo con locura que se que haría lo imposible por hacerme feliz. Como él mismo me dijo una vez: me puse el reto de hacerte reír al menos una vez en cada ocasión que nos viésemos. A veces nos cuesta decidirnos y nos pasamos meses sin valorar lo que tenemos pero, a día de hoy, puedo decir que mi pequeño monito es el amor de mi vida.

domingo, 29 de abril de 2018

Nueva oportunidad

Aún recuerdo aquel día en el bus bajando de la facultad para ir a comer al McDonald los de nuestro antiguo grupo, cuando no teníamos sitio y estuvimos en un hueco los dos de pie hablando de nuestras cosas y riéndonos sin mas, fue de las primeras veces que realmente me sentí cómoda contigo, a gusto, sin miedo de contarte algo o de hacer un poco el tonto. Habíamos hablado antes, lo sé, pero tu sabes como soy yo con las personas "desconocidas". En ese momento aún no hablábamos casi por whatsapp, quizás un par de mensajes para vernos por la mañana en la facultad, pero no mucho más.
Me acuerdo que, al llegar el bus y bajarnos de él, solo quería seguir conversando contigo, pero me daba vergüenza parecer un poco pesada y lo dejé estar, pero tu te quedaste al lado cuando íbamos andando a comer, y seguiste dándome temas para hablar. Aún no lo sabía, pero ese era un principio de algo muy grande. Realmente no se por qué, pero ese recuerdo en concreto, lo tengo grabado en mi cabeza.
Otro de los recuerdos que tengo es aquella noche con las banderitas, cuando buscábamos la bi y la demi y nos estuvimos riendo tantísimo por el grupo que usábamos hace meses, lloré de la risa con nuestros comentarios y demás que aún sigo releyendo a veces.
Algo que me despierta nostalgia y, a la vez, me hace sonreír, fue aquella noche que te acompañé a casa. Ambos fuimos "torpes" y nos ha servido para muchas coñas pero, sin lugar a dudas, fue una noche para recordar siempre. El frío y lo poco que lo sentía por los nervios, las ganas de acurrucarme y besarte dulcemente... Al pensar en ello todas esas sensaciones vuelven a mi y me envuelven cálidamente.
Todo eso son recuerdos vívidos antes de ESE momento, de ese primer beso, de la noche en la que, después de tantos meses, sentí felicidad y que las cosas realmente podrían salir bien de una vez  por todas. Las cuatro de la mañana, un frío increíble, nosotros en la calle, juntos, solos... Y el beso, el primero, justo después de frotarnos la nariz dulcemente, cuando ambos temblábamos de nervios, nos besamos. Sentí paz, felicidad, me sentí protegida, que nada ni nadie podrían arruinar ese momento. Y no me arrepiento ni un solo día de haber estado en ese lugar y en ese momento contigo.
Después vinieron mas, muchos mas besos llenos de timidez al principio, pero siempre cargados de un amor que no nos atrevíamos a confesar al 100%. Ambos sabíamos que nos queríamos, que nos gustábamos, pero quizás teníamos miedo. Yo al menos tenía miedo, de meter la pata, de arruinar algo que me encantaba (tu), tenía miedo del mundo y tu me lo quitaste a base de besos y amor.
Nuestra primera vez, esa mañana de diciembre que pensé explotar de amor. Fue... mágica, indescriptible. Sentí otra vez lo mismo que en aquel banco de la catedral a las cuatro de la mañana, y sentí que realmente podía estar amándote, por mucho que quisiese negarlo.
Me costó aceptarlo, que me estaba enamorando de ti, supuso un esfuerzo muy grande admitirlo en mi cabeza, porque yo estaba convencida de que podía manejar mis sentimientos a mi antojo. Hoy por hoy, me alegro de haberme confundido.
No cambiaría nada, llevo siendo feliz a tu lado muchos meses, y llevas peleando por mi mucho tiempo, luchando porque volviese a confiar en el amor. Y si, lo has conseguido, estoy mas ilusionada que un niño con una bolsa llena de chuches, te amo y no tengo duda de que voy a seguir haciéndolo. Te has convertido en todo amor, en todo lo que intentaba evitar pero necesitaba mas que nada para volver a vivir de nuevo. Gracias a ti tengo otra vez ganas de comerme al mundo, de decir "aquí estoy yo", de ser feliz... Siento que tengo una nueva oportunidad.
Me siento querida, y siento que puedo volver a querer. Simplemente, gracias.